miércoles, 5 de septiembre de 2007

La Biblioteca (3ª parte)

Lorena volvió al día siguiente, y al otro, y al otro también, le gustaba el ambiente de recogimiento y estudio que había en el ambiente, y además, ya se estaba acostumbrando al dédalo de pasillos y escaleras que conducía de una sala a otra, era como estar en la torre de "El nombre de la rosa", lleno de rincones ocultos donde se guardaban las ideas de los hombres, a la espera de ser leídas, y quizá aceptadas y propagadas, tal vez desveladas, era una sensación hermosa y vertiginosa al mismo tiempo.
Después de sus lecturas paseaba por las salas y recorría las escaleras del edificio aprendiéndose los rincones que le servían de puntos de referencia en aquellas dos alas simétricas que tenía el edificio, empezaba a gustarle aquel sitio.
Su lectura en inglés avanzaba lenta pero firme y como la determinación también cansa, de vez en cuando hojeaba otros libros de las estanterías en busca de una descripción conmovedora, un fragmento de ilusión o de esperanza, y así de ensimismada estaba, cuando, una mañana, en un libro de Jane Austen, (aquella entreplanta en tierra de nadie, con ventanas a las dos calles y su escalerita estrecha y retorcida seguía siendo su rincón favorito) vió algo que la dejó perpleja, un número de cuatro cifras anotado a lápiz junto al margen de la página 56, que no tenía relación alguna con el texto.
Pensó que utilizar un libro para anotar cosas personales era muy poco respetuoso, pero como había visto ya varios subrayados y "maltratados" de varias formas no le dió más importancia...

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